Thursday Sep 23, 2021
Niños cubanos experimentan reacciones adversas a las vacunas locales
Cuba anunció, con bombos y platillos, que comenzaría a vacunar contra el coronavirus a los niños a partir los dos años de edad.
El régimen calculó que el 16 de septiembre de 2021 la campaña masiva estuviera presente en todo el país.
En los primeros días de la vacunación infantil, hemos visto en las redes las fotos de los padres con sus hijos pequeños, durante la visita al vacunatorio. Son las caras felices de quienes creen ver en las vacunas locales una luz de esperanza para sus hijos y para sus familias.
Pasados un día o dos en muchos casos, las fotos alegres se sustituyen llamadas de auxilio: las mismas madres que vimos felices en Facebook, agradeciendo que sus hijos de dos años recibieran Abdala o Soberana, claman por ayuda.
Muchos de los niños presentan fiebre alta que no cede a tratamientos caseros y no puede ser mitigada con medicamentos, ya que en Cuba no los hay. O sí lo hay, pero en el mercado negro, a precios impagables.
Es así como las madres intentan buscar soporte en las redes sociales. Entre ellas se consuelan, aconsejan y ayudan, aunque, hay que decirlo, en estos casos las redes sociales pueden ser un mal remedio, lleno de buenas intenciones.
El régimen cubano, que solo busca atraer la mirada de la prensa mundial, no se hace responsable de los niños después de la vacunación. Ni siquiera tienen una línea telefónica de ayuda a los padres. Se trata de un servicio post vacunas, imprescindible en cualquier experimento masivo que involucre menores de edad.
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